lunes, 9 de julio de 2012

Nunca un domingo


Cuando la conoció le dijo: yo soy un tipo jodido, así te voy a amar, jodidamente.
La primera vez que la tuvo dormida, le dijo al oído sin despertarla: ahora que tengo la llave de tu piel, cierro y me la trago, y quien la quiera que me arranque el estomago.
Después ocurrió la primera espina, entonces él le pateo la puerta hasta que se hizo de día.
Lo único que gritaba, lo que toda la noche aulló fue: ¡Si vas a dejarme, ni se te ocurra en domingo!  ¡Nunca un domingo!
Un enamorado es un paralítico que consigue una pata de palo y se cree que va a cruzar la cordillera de los Andes.
Una noche ella decidió que no tendría más noches, justo un domingo de invierno, demoledor, rebalsado de la peor de las tristezas.
La dominguera, la única que nunca se aprende a vaciar.
Esta vez, el no partió ningún vidrio, simplemente se los masticó, usó los dedos de pincel y escribió con sangre rabiosa en la única ventana de la casa que daba a la luna: un desamorado es un ciego, un ciego que después de cien años recupera la vista, justo en la mitad de la noche y entonces grita ¡Y esta mierda es lo que hay para ver!
Al rato se hizo lunes y dos lunes después, la había olvidado.

De la película Graciadio'

Nunca un domingo.