miércoles, 28 de septiembre de 2011

martes, 27 de septiembre de 2011

Sube a mi mountain bike


Sube a mi mountain bike
en el caño te podré llevar...

Me había olvidado de lo lindo que es andar en bici, hoy tengo el bólido listo para pistear (?)


sábado, 24 de septiembre de 2011

Caminito

Una de las cosas que más me gustan de mi nuevo trabajo es ir caminando. Después de gastar miles de horas viajando en bondis y trenes, hoy estoy a veinte cuadras de distancia.
Lindo es caminar por el barrio, saludando a los vecinos, meterme en la Agronomía, cruzarla escuchando a los chicos guitarrear, ver todo el movimiento universitario, y saborear los humos dulces relajadamente. Si me pinta, me puedo tirar un rato en el parque a mirar el tren pasar y tomar un poco de sol. Saliendo del parque, me quedan cinco cuadras más, por el Barrio Rawson. Un barrio tranquilo de casas bajas y llena de gatos, que me observan inmutables desde las tapias.
A la noche, cuando vuelvo, el parque está vacío. Puedo ver el cielo sin que ningún edificio se interponga. Me pongo la musiquita y vuelvo cantando a casa tranquilo luego del jornal.
Ah, encima en el laburo, trabaja una chica que está más buena que las vacaciones.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Aldo

Lo conocí hace 6 años más o menos.
En esa época laburaba en la calle, cadeteando para una empresa de computación y un mediodía como casi todos paré a almorzar en un plaza.
Compré fiambre y pan y me senté frente a la iglesia de Belgrano.
Se sentó a mi lado con un tetra de vino, sus pantalones harapientos y toda esa maraña de pelos y barba que formaban su cara.
De reojo vio que estaba leyendo “No habrá mas penas ni olvidos” de Soriano y me dijo ” Tenés que leer La hora sin sombra, es el último que escribió”
Ahí comenzamos a charlar de literatura, le convidé un sanguche y pasamos la hora casi sin parar de hablar.
Me contó que vivía en la plaza hacia 2 años, después de que la mujer lo echase de la casa que compartía junto a sus dos hijos por alcohólico.
En el momento que me hablaba, sentí sus palabras cargadas de melancolía y añoranza, y no pude cortarle ese arranque de confesión para decirle que tenía que irme, porque debía seguir trabajando, me pareció una falta de consideración a su confianza, esa que depositó en un total desconocido. Llamé al trabajo, acuse una descompostura y volví a la plaza a charlar con Aldo.
Nos quedamos hasta las 8 de la noche hablando, jugando al ajedrez (me ganó todos los partidos) y tomando vino.
Me acusó 52 años, que era ingeniero atómico, que había trabajado en varios proyectos gubernamentales y hasta me mostró su diploma que tenía guardado entre cartones y latas. Pero claro, el alcohol que había colmado la paciencia de su esposa primero, le había hecho perder el trabajo más tarde. Y así como un tobogán, en pocos meses terminó viviendo en un sofá en la plaza.
A pesar de su situación, no se lo veía deprimido, más allá de extrañar a su familia, que nunca lo volvió a ver. Le gustaba charlar con la gente, los vecinos siempre le llevaban comida y era muy querido en el barrio.
Empecé a visitarlo cada tanto, cada vez que iba para Belgrano por el trabajo . Me gustaba charlar con él y sobretodo escucharlo. Había mucha sabiduría en sus palabras y una claridad conceptual que me tenía atrapado. Un tipo muy culto, te hablaba de literatura, política, fútbol ( de su querido San Lorenzo, igual que Soriano) y obviamente de ciencia.
Me aconsejó muchas veces sobre situaciones difíciles y en momentos en que no pude hablar con nadie.
Recuerdo un día en que lo invite a comer a una parrilla y no quiso ir porque no tenia ropa adecuada para entrar a un negocio, que le daba vergüenza. Al otro día llegué con una parrilla portátil y nos hicimos manso asado en el medio de la plaza entra las mirada incrédulas de la viejas conchetas que miraban de lejos horrorizadas y la complicidad de los placeros. Cada vez que una se quedaba mirando, Aldo levantaba el tetra y brindaba por ellas.”Salud señora! Venga
que tenemos un chori para usted”
Con el paso del tiempo, traté de a poco y sin cuestionarlo, que intentara salir de la plaza, por lo menos a un hogar para gente en situación de calle donde pudiese estar mejor. Los inviernos eran cada vez más crudos y los muertos por el frío eran cada vez más. Sin embargo, con su paz inmutable, siempre me agradecía pero decía que la institucionalización de su situación iba ser aún más degradante porque perdería lo único que tenía: la libertad. Toda la libertad que tenía estando en la plaza y que además esos vigilantes no le iban a dejar tomar vino.
Así siguió, en la plaza, leyendo, jugando al ajedrez, tomando sol y esperando que algún día sus hijos fueran a verlo.
Empecé a verlo menos ya que había dejado el laburo de cadete y solo nos encontrábamos cuando iba para Belgrano, que era cada vez menos.
La última vez que lo vi, fue antes de irme de viaje. Hacía como tres meses que no lo veía y fui a contarle que me iba a recorrer latinoamérica, y que él había sido muy importante para que pudiese tomar esa elección. El siempre me alentó para que me largara con la travesía y que no podía desaprovechar esa oportunidad.
Le lleve una caja de Valderrobles. Descorchamos uno y nos quedamos charlando unas horas. Le pude ganar por primera vez al ajedrez, aunque hoy sospecho que me dejó ganar, hasta creo que para sentirse mejor él mismo.
Nos despedimos después de dos botellas de vino, me dijo que estaba a punto para dormir plácidamente, nos dimos un abrazo y prometí volver para cuando regrese del viaje.

Esta mañana, aprovechando que la tenía libre fui a verlo. Le traje un libro de historia indígena que compre en Perú y además tenía ganas de charlar con él, tenía muchas cosas que contarle.
Cuando me baje del 80, ya vi desde lejos que no estaba el sofá. Llegué debajo del árbol donde tenía su “rancho” y encontré un tablero de ajedrez tallado en madera con su nombre.
Fui a preguntarle a uno de los placeros que se encargan del mantenimiento de la plaza donde estaba y me contó que la última ola polar se lo había llevado puesto. Que lo encontraron a las 10 de la mañana y que nada se pudo hacer. El velorio fue pagado por una colecta que hicieron los vecinos y al entierro no fue ningún familiar.
Me quedé sentado un rato pensando, lagrimeando y recordandolo.
Me acordé del día que nos conocimos, y de como empezamos a charlar. Mucho tiempo después leí "La hora sin sombra" y la trama del libro transcurre mientras un escritor viaja por el interior buscando a su padre que había fugado de un hospital luego de que le dignosticaran una enfermedad terminal. El libro va y viene entre la búsqueda y los recuerdos que él tiene de su padre y su infancia.
Y lo loco es que recién hoy entendí que ese libro le había dado una esperanza a Aldo de volver a ver a sus hijos. Y que por eso siempre me decía que lo tenía que leer, que era lo mejor que había escrito Soriano. Recién hoy me dí cuenta.


Aldo, esta noche, el vino y el brindis es por vos, amigo.

sábado, 17 de septiembre de 2011

Cuando la convicción es más fuerte que cualquier otra cosa, no queda más que ir para adelante con ella y defenderla a como de lugar.

Como dice Ricardo "con la cabeza tractoreando".



jueves, 15 de septiembre de 2011

El Guernica de Galeano


De esta semana de recuerdos y homenajes con respecto al 11-S y tanto bombardeo televisivo, recordé un relato de Galeano que leí en el viaje.





Guernica
París, primavera de 1937: Pablo Picasso despierta y lee.
Lee el diario mientras desayuna, en su taller.
El café se le enfría en la taza.
La aviación alemana ha arrasado la ciudad de Guernica. Durante tres horas, los aviones nazis han perseguido y ametrallado al gentío que huía de la ciudad en llamas.
El general Franco asegura que Guernica ha sido incendiada por dinamiteros asturianos y pirómanos vascos enrolados en las filas comunistas.
Dos años después, en Madrid, Wolfram von Richthofen, comandante de las tropas alemanas en España, acompaña a Franco en el palco de la victoria: matando españoles, Hitler ha ensayado su próxima guerra mundial.
Muchos años después, en Nueva York, Colin Powell pronuncia un discurso, en las Naciones Unidas, anunciando la inminente aniquilación de Irak.
Mientras él habla, el fondo de la sala no se ve, Guernica no se ve. La reproducción del cuadro de Picasso, que decora la pared, ha sido completamente cubierta por un enorme paño azul.
Las autoridades de las Naciones Unidas han decidido que ése no es el acompañamiento más adecuado para la proclamación de una nueva carnicería.

Eduardo Galeano, “Espejos”

lunes, 12 de septiembre de 2011

Instantaneas Vol. II

Iruya - Salta



Camino a Iruya



La peña de Carlitos en Tilcara




Almendra, la más linda del hostel




Cafayate - Salta



Ruinas de Quilmes - Tucumán

jueves, 8 de septiembre de 2011

Pedido

Al universo o quien quiera colaborar, tomen nota: tiempo y paciencia, paciencia y tiempo.

viernes, 2 de septiembre de 2011

De amores y trenes

Era tarde o temprano, según como se lo mire. Estabamos en la habitación en el hostal, en Cusco, con Seba.
Pablo ya se había dormido hacía un par de horas y su presencia solo se evidenciaba por sus ronquidos.
Nuestra necesidad de hablar nos había llevado por varios temas, pero inevitablemente terminamos en lo de siempre: las mujeres, los desamores y lo díficil de las relaciones humanas.
Ahi andabamos coincidiendo y refutando, pero siempre con sinceridad y franqueza.
Hasta que tiró la definitiva, esa que no tiene respuesta, la que te deja mudo, esa que tenés que pedir la repetición porque no la acreditás.
"Andá y hablale con el corazón, a veces en la vida la oportunidad es una sola, después te quedás en la estación esperando toda la vida el tren. Y lo único que haces es mirar a lo lejos si se ve la luz de la locomotora.Y la fija es, que si viene, es el rápido, que justo en esa estación, no para."

jueves, 1 de septiembre de 2011

Pero claaaaa

"Andábamos sin buscarnos pero sabiendo que andábamos para encontrarnos"

Julito Cortázar - Rayuela